martes, 27 de mayo de 2008

Una experiencia religiosa

Por fin después de 5 largos meses sin vacaciones, he cogido una semana de tiempo libre para desconectar, y de que manera, desde luego esta vez lo he conseguido, no he estado en las Canarias, ni tampoco visitando alguna de las preciosas ciudades europeas, he estado en un sitio sencillo, muy verde y con aire místico, el Camino de Santiago.
Me tengo por un agnóstico convencido y la realización del viaje tenia poco que ver con un sentido religioso, era mas afán de aventura, de superación física y mental, y desde luego que las expectativas se han cumplido con creces.
Aquello es otro mundo, y hacerlo un estilo de vida, los días son parecidos unos a los otros, por que la rutina es la misma, madrugar para comenzar a andar, llegar a algún albergue donde compartes cama y baño con otros tantos peregrinos, comer en algún bar típico, capitaneado por un lugareño tranquilo, curarte las heridas que se hicieron durante la mañana (que no fueron muchas) y a dormir, por que al día siguiente volvía a empezar el ciclo, así durante 8 días, 8 maravillosos días, donde no me he acordado de nada de mi vida cosmopolita, nada de coches, nada de ruidos, nada de aire viciado, compartes el espacio con gente nueva, gente maravillosa que te ofrece cualquier cosa que pueda ayudarte de su pesada mochila, disfrutas de aire puro, de relajantes cantos de pájaro, del olor a mojado, y a bosque frondoso, por supuesto la comida del norte, que es otra experiencia paralela. A unos días de mi vuelta, ya no recuerdo los dolores de pies, y de rodillas, ni la sensación de cansancio por las tarde, ni los ronquidos en stereo en el albergue, ni las duchas de agua fría, solo queda lo bueno, que es mucho.

Espero poder completarlo algún día desde sus inicios, y disfrutar durante mucho mas tiempo, para que luego digan que no existen vacaciones fuera de tumbarse en la playa y tostarse al sol.

Saludos.

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